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El genio que marcó la diferencia

Desde los '60, el músico estadounidense significó un faro para el rock y el folk.

Desde su aparición en la escena musical a principios de los '60, el músico estadounidense Bob Dylan marcó una diferencia sustancial respecto al resto de los artistas populares, con canciones cuyas letras, influenciadas por los grandes poetas clásicos, significó un faro para un emergente movimiento juvenil obnubilado por el rock.

Con canciones de extracción folk que rescataban temáticas referidas a la explotación de la clase trabajadora, aunque con una exquisita prosa que lo diferenciaba del blues, Bob Dylan se convirtió en el niño mimado de la juventud estadounidense, sobre todo entre los grupos universitarios.

A lo largo de su trayectoria, este artista también se caracterizó por los virajes que dio en distintos momentos a su carrera, aunque siempre con especial cuidado en su aspecto lírico, el cual dotó a la música popular de todo un nuevo lenguaje. Nacido bajo el nombre de Robert Zimmerman, en Minnesota, adoptó su mote artístico del poeta Dylan Thomas, en un gesto que dejaba en claro el lugar que venía a ocupar dentro de la cultura popular.

Composiciones como "Blowind in the wind" y "The times they are a-changin" prácticamente obligaron a la juventud a contemplar la posibilidad de que la música que consumía no debía limitarse a líricas referidas a las ganas de bailar rock un sábado por la noche, como principal símbolo del enfrentamiento generacional con sus padres.

Con textos que no respondían a la lógica "parte principal-estribillo", sino que presentaban largas parrafadas que narraban detalladas historias, Dylan también rescataba en sus letras la figura de famosos pistoleros, que encuentran en los bandidos rurales su equivalencia en nuestras tierras.

"He tropezado con la ladera de doce brumosas montañas, he andado y me he arrastrado en seis autopistas curvadas, he andado en medio de siete bosques sombríos, he estado delante de una docena de océanos muertos, me he adentrado diez mil millas en la boca de un cementerio, y es muy dura la lluvia que va a caer", reza "A hard rain's a-gonna fall", uno de los temas levantados como bandera por entonces por el sector más comprometido de la juventud.

La amarga crítica política también se hacía presente en sus textos con canciones como "Maters of war" en donde recriminaba a los dueños del poder y la gloria con frases como: "Ustedes ajustan todos los gatillos para que otros disparen, luego se apartan y esperan, cuando las listas de muertos aumentan, ustedes se esconden en sus mansiones, mientras la sangre de los jóvenes se escapa de sus cuerpos y se hunde en el barro".

Estas posturas llevaron a Dylan a ser uno de los números principales en el histórico Memorial de Washington, de agosto de 1963, en la histórica jornada en la que Martin Luther King pronunció su famoso discurso en el que aseguraba que tenía "un sueño" de igualdad entre los hombres.

En 1964, el encuentro entre Dylan y Los Beatles, la sensación musical proveniente de Gran Bretaña, y especialmente con John Lennon, generó un cimbronazo en ambas carreras, lo cual marcaría para siempre a fuego a la cultura rock.

Para el líder de los Beatles significaría abandonar para siempre las temáticas adolescentes en sus canciones y concentrarse en aspectos introspectivos, mientras que para el cantautor implicaría la electrificación de su música y un viraje hacia letras más surrealistas, impulsado también por el creciente consumo de drogas.

"Dios dijo a Abraham, 'Mátame un hijo', Abraham dijo, 'Debes estar bromeando', Dios dijo, 'No', Abe dijo '¿Qué?', Dios dijo, 'haz lo que quieras Abe, pero sino la próxima vez que me veas más te vale que salgas corriendo', Abe dijo, '¿Dónde quieres que sea esa muerte?', Dios dijo, 'Fuera, en la Autopista 61'", cantaba en "Highway 61 revisited", uno de los temas más emblemáticos de esa época.

Pero su prosa más recordada de esos tiempos es "Like a rolling stone", uno de sus clásicos, que debió ser recortada para su grabación debido a la gran cantidad de párrafos que contenía su versión original.

A pesar de seguir construyendo en las décadas siguientes una sólida carrera, con picos creativos marcados por discos como "Blood on the tracks" (1975), "Oh, Mercy" (1989), "Love and theft" (2001) y "Modern times" (2006), pero también con algunos pasajes intrascendentes como ocurrió a principio de los '70 o inicios de los '80, Dylan nunca abandonó su dedicación a brindar imaginativos textos.

Si bien las preocupaciones del artista fueron variando, por lo que abordó distintas temáticas como rupturas amorosas y su conversión al catolicismo, Dylan mantuvo también un ojo en las cuestiones político-sociales, aunque sin permitir que las cuestiones coyunturales se entrometieran en su obra.

Por este motivo, su "Maters of war" pudo ser retomado en tiempos en que Washington ordenaba invasiones en Medio Oriente, o "Like a rolling stone" sigue siendo una dura crítica a todo aquel que se embriaga con el éxito fácil y rápido sin contemplar eventuales caídas, por citar sólo dos ejemplos de vigencia permanente.

Quizás, el mejor ejemplo de lo que significa Dylan como letrista lo haya dado el artista chileno Nicanor Parra, quien solía sostener que merecía el Premio Nobel de Literatura sólo por su frase "Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos, papá está en el callejón buscando comida, yo vago por las calles con los blues de las lápidas", de "Tombstone blues", de 1965.

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