¿Por qué la Selección entró por la ventana al Mundial?

Faltan varios meses para el inicio de Rusia 2018. La Selección logró la clasificación casi milagrosamente. Se dieron varios resultados para llegar con chances claras a la última fecha.

Pasaron tres técnicos, tres presidentes de la AFA. Cuatro años desde Brasil 2014 donde Argentina jugó la final de la copa del mundo. ¿Qué se aprendió? Nada. Absolutamente nada. ¿Qué se logró? Empeorar todo.

Gerardo Martino decidió dar un paso al costado por las desprolijidades de los dirigentes que le adeudaron su sueldo, que hicieron que fallara constantemente la logística del equipo en múltiples aspectos. Algo que los propios jugadores hicieron saber. Con el Tata, la Selección fue cuando mejor jugó y cuando mejores resultados cosechó, junto con las dos finales de las Copas Américas.

Armando Pérez, designado como cabecilla de la Comisión que intervino la AFA nombró como sucesor a Edgardo Bauza. Entrenador con grandes resultados deportivos, méritos al por mayor, una gran convicción pero nunca generó empatía con los jugadores ni tampoco hizo que funcionara el equipo. Falto de resultados, quedó al margen.

Contando las monedas, no había margen para error y nombraron a Jorge Sampaoli para dirigir la batuta. Otro cambio de esquema, de algunas fichas en el campo de juego y "a ver qué pasa". Lo que sucedió fue que el combinado albiceleste empató con Uruguay, Venezuela, Perú y le ganó a Ecuador. La clasificación se logró y punto.

Fue una pésima Eliminatoria Sudamericana donde está claro que seguir subestimando rivales es un error gravísimo. La Selección no pudo ganarle en ninguno de los dos partidos a Venezuela, Paraguay, Perú ni a Brasil. Le alcanzó con lo justo y con Lionel Messi.

La Selección es un fiel reflejo de que dejó Julio Humberto Grondona. Un fútbol argentino quebrado, clubes endeudados, selecciones juveniles sin destino en manos de entrenadores incorrectos. Deudas millonarias por doquier. Imposibilidad de realizar una votación con 75 personas.

Aún la Argentina sigue durmiendo en los laureles de lo que alguna vez fue o al menos de lo que intento ser y nunca solidificó. Todavía recordamos las proezas del Diego en México 86 y nos quejamos del penal cobrado por el mexicano Edgardo Codesal a Roberto Sensini por una infracción a Rudi Voeller.

Siempre nos quejamos de haber sido víctimas de la mala suerte, y demás cuestiones ajenas. Pero, ¿mirar para adentro para cuándo? Argentina tuvo las mejores selecciones juveniles de toda la historia, con los campeones de Japón (1979) Qatar (1995), Malasia (1997), Argentina (2001), Amsterdam (2005) y Canadá (2007). Nada de eso se aprovechó. El trabajo de José Pekerman, Hugo Tocalli, Pancho Ferraro fue desechado por la borda, gracias a la corrupción, codicia, desorganización, exceso de poder, negocios. Póngale el nombre que más le guste.

Nada de ello se mantuvo. La Selección quedó a merced de lo que los clubes pudieran generar puertas adentro y luego de cómo los jugadores que emigran, se desarrollen fuera del país.

Hoy Argentina puede agradecerle solo a Lionel Messi y poco más. Sampaoli deberá analizar muy bien la nómina de los jugadores que viajarán. Quedó demostrado que más allá de estar en las ligas más importantes, hay jugadores que se tienen más hilo en el carretel para continuar en el equipo. Gonzalo Higuaín parece estar en capilla. Ángel Di María dejó de ser desequilibrante. Sergio Agüero nunca fue la rueda auxilio clave. Ever Banega, funciona de a ratos. Ninguno de los volantes convocados logró ser el apoyo que Messi necesita.

Por su parte, la dirigencia tiene un trabajo arduo. Las diferencias puertas adentro siguen siendo manifiestas. Más allá del nacimiento de la Superliga, para que la Selección se mantenga en un primer nivel, necesitara que los clubes hagan un fuerte trabajo con los juveniles. Porque luego de esta camada, el horizonte parce muy oscuro.