Tenía 28 años. Era fotógrafo de luchas. Siempre estaba en primera línea, cual corresponsal de guerra (y, claro, eso hizo que se coma un par de gases de la represión y tuviera que correr varias veces, como el resto). Militante de las causas justas, con pensamiento socialista y amante del rock, Nicolás Avelluto había elegido su lugar en el mundo. Trabajó siempre alrededor de la cultura, fue reportero gráfico de medios autogestivos como Corriendo La Voz. Acompañó en marchas a los movimientos LGTBI+, a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, al movimiento piquetero, a sindicatos clasistas y del Frente de Izquierda. Cámara en mano, él estaba siempre de ese lado de la trinchera. Y tal era su pasión que la llevaba tatuada en su piel. Cuando comenzó la pandemia no lo dudó y se anotó como voluntario para ayudar en los centros de atención. Y, según decía, mantenía un vínculo amoroso con toda su familia, en especial con su hermanito más chico, con quien adoraba jugar. Vivía solo, tenía amistades y trabajo. Pero este domingo, 13 de junio, la noticia de su muerte sacudió las redes y los medios: "el hijo de Pablo Avelluto, exministro de Cultura de Mauricio Macri fue encontrado muerto y se investiga qué le ocurrió".
La autopsia dirá las razones por las cuales Nico ya no caminará las calles junto a reporteros gráficos libres como él. Las condolencias, claro, llegaron desde lo más alto del círculo político de su padre pero también de quienes él consideraba sus compañeros de lucha, quienes están al otro lado del camino.
