La obra, escrita e interpretada por Maxi Sarramone y un elenco en el que una Ofelia, una Gertrudis y una Horacio nos hacen reír cada vez que aparecen, revisita el drama de William Shakespeare más versionado de la historia. Durante poco más de una hora, con recursos propios del teatro físico, nos hacen reír a grandes y a chicos ante las confusiones y malos entendidos de un príncipe idiota.
En versión libre de la obra isabelina, Claudio, el cuento del tío traspone la obra de Shakespeare para acercarla a toda la familia y contar la historia del príncipe de Dinamarca, acribillada a gags.
Con Shakespeare se sabe que si algo puede salir mal va a terminar peor, mucho peor que lo que el espectador puede llegar a imaginar. Repasemos un segundo: Hamlet cuenta el drama del hijo que quiere vengar la muerte de su padre pergeñada por su tío Claudio (hermano ambicioso del rey): venganza, razón, locura y filosofía se condensan en la pasión cáustica del joven príncipe.
No obstante, los móviles, las afecciones y sensibilidad de los personajes en esta versión son matizadas por un aire clownesco que convierte a la locura en algo más parecido a la chifladura, y a la venganza, en una sonsera risible. Toda línea de profundidad es recogida con el anzuelo donde vemos la sonrisa hamacándose con pedazos de alga entre los dientes.
En la corte no abundan las razones para estar tranquilos. El rey tiene el poder, pero al poder no le importa en manos de quién esté, sino quien vaya a detentarlo mejor. El poder se disfraza de racional porque necesita justificar sus locuras más patéticas. Pero es interesante ver que en esta versión el poder no es lo que está en juego, porque Claudio, con un nivel de inteligencia casi fronterizo, no lo puede sostener y, mucho menos, detentar. Y como el nuevo rey no puede, el muerto tiene que resucitar. Cuando la cosa viene jodida, las fiestas se tienden sobre el abismo, y el humor arroja la última soga para que el cuello resista un poco más, y la horca haga el resto del trabajo más paulatinamente.
Las referencias a la obra del dramaturgo inglés, en una Ofelia que desde el principio quiere ir al río, en una Horacio que no sabe ni por dónde empezar a convencer al príncipe, y en el fantasma muerto de sed que todos ven, causan gracia, pero sufren algunas repeticiones que hacen que el chiste, por repetido, pierda potencia.
La nariz redonda y roja que es la máscara clásica del clown, en este caso, se transforma en una nariz burlesca que detona las facciones de cada personaje, coherentes con la dramaturgia. Sus caras los vuelven más parecidos a dibujos animados, cuya vida nunca está en juego cuando la muerte también es un gag. El vestuario, de bella ejecución y colorido, interactúa con una escenografía llena de ventanas que da lugar a apariciones corales y sorpresivas de voces que cuelan nuestro presente urbano y lo yuxtaponen, dando buenos resultados.
Claudio, el cuento del tío, es un trabajo para ir a ver en familia y aprovechar para introducir a las nuevas generaciones en el drama con el cual dialoga, que mantiene, como todo clásico, la vigencia de las pasiones.
La obra está en cartel en Espacio Callejón, Humahuaca 3759, los sábados a las 18.00.
Ficha artístico-técnica:
Autor: Maxi Sarramone
Actores: María Di Paola, Victoria Páez, Lucia Rossi, Maxi Sarramone, Gabriela Torres, Hernán Wallace, Paula Zelis
Dirección: Leticia Torres
Escenografía: Alejandro Baamonde
Iluminación: Leticia Agesta
Vestuario: Jorge Orlando
Música: Manuel Katz
Producción: Compañía Terca
