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Comenzó la puja: quieren que en las escuelas porteñas no se pidan barbijos

Desde Nación promueven que el uso como una medida de seguridad sanitaria pero, al igual que con la presencialidad en tiempos críticos, ya hay proyectos para hacer lo contrario.

Las clases parecen ser uno de los campos de batallas preferidos: primero fue la presencialidad y ahora llega la pelea por los protocolos. El Gobierno nacional anunció que se pedirá el uso de barbijos como medida de prevención pero, desde un sector de la ciudad de Buenos Aires, ya hay frenos. 

El bloque de La Libertad Avanza en la Legislatura porteña, acompañado por un diputado referenciado en Patricia Bullrich, presentó un proyecto de ley para eliminar la obligación de llevar barbijo a la totalidad de los alumnos de las escuelas.

El primer artículo de la iniciativa firmada por el legislador Oscar Zago, que responde a Javier Milei, plantea "liberar con acciones concretas que conlleven a que el uso de barbijo/ tapabocas no sea obligatorio dentro del establecimiento escolar sin exceptuar grado o división en particular". La propuesta, en tanto, fue acompañada por el legislador Juan Pablo Arenaza, exfuncionario porteño, quien integra el bloque del oficialismo Vamos Juntos. 

En los argumentos se expresa que el anuncio del Gobierno porteño de continuar con el uso obligatorio del barbijo para los alumnos de cuarto grado en adelante "no proporciona igualdad entre los niños dentro de la comunidad escolar o la institución educativa".

Al respecto, agrega que "se debe buscar armonía entre el protocolo descripto y los derechos consagrados de donde surgen los tratados adquiridos por la misma dentro del rango constitucional, haciendo referencia a los Derechos del Niño, donde la igualdad debe ser un eje central".

En otro tramo del texto, advierte que "el uso del barbijo oculta el rostro humano, de modo que se impide el reconocimiento facial y de la individualidad de cada rostro. También se obstaculiza la comunicación porque, si se tapa la boca y las expresiones fundamentales de las caras los docentes y compañeros no podrán saber si el otro está enojado, contento o triste, generando una barrera de comunicación corporal y oral".
 



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