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El Mató y Litto Nebbia, protagonistas en la segunda tarde del Lollapalooza

El Hipódromo de San Isidro se llenó más temprano que el día anterior: este sábado soleado entusiasmó a toda una audiencia que tuvo más opciones rockeras antes del gran cierre con Strokes.

¿Acaso el segundo día del Lollapalooza arrancó con más rock? Podríamos decir que sí. Fue la key word del sábado (aunque la música urbana haya defendido su lugar con referentes como Nicki Nicole y Khea, claro). 

El escenario Samsung se encendió con la kinkidelia de los sevillanos Derby Motoreta's Burrito Kachimba, una propuesta que llega de la mano del Primavera Labels y fusiona la psicodelia con el flamenco. 

"Be Kinki", rezaba la base del teclado de los DMBK quien debutaban en suelo argentino con este show en el festival que concentra cien mil personas por día. Lo Kinki o Quinqui es una forma de vivir, una parte de la cultura urbana y marginal. Algo que está en su sangre y que los acompaña en sus canciones. 



Con un show que conquistó al público local hasta el punto de hacerlos saltar sin parar, el rock andaluz dijo presente y fue antesala de lo que se viviría en otro de los escenarios con la banda indie más importante de nuestro país: El Mató a un policía motorizado.

"El magnetismo" fue la primera canción de El Mató y fue una clave porque logró acercar cual imán a la gente que estaba caminando por el inmenso predio del Lollapalooza. Luego llegarían clásicos como La Síntesis O'Connor, La noche eterna, El Perro.

La gente saltaba, cantaba, hacía pogo frente al escenario Flow. Santiago motorizado agradecía desde el escenario y todo estalló con Más o menos bien, Yoni B, El Tesoro (canción dedicada a Dillon). Ahora imagino cosas y Chica de oro fueron las dos últimas canciones de una lista de 14.



La cuota de rock también incluyó a una de las leyendas argentinas: Litto Nebbia, quien no privó a la audiencia de escuchar en vivo versiones de El Rey lloró, Viento dile a la lluvia y Ayer Nomás. Usó el teclado, una guitarra acústica. Conquistó a distintas generaciones que lo acompañaron en uno de los escenarios más grandes. 

Andaluz, indie, fundacional para la música nacional, en sus diferentes versiones el rock le abrió el paso durante la tarde a los headliners del segundo día: The Strokes. Por supuesto el escenario Perris dio lugar a todo lo urbano y el público se preparaba para Doja Cat, diosa del nuevo pop que enamora a las generaciones más jóvenes. 

Con un sol radiante y lejos de lo que fueron las inclemencias del día anterior, el sábado se llenó más temprano y celebró con espíritu festivalero sacando fotos, participando de los puestos de distintas marcas, el espacio de Espíritu Verde y Las Casitas donde Djs hicieron bailar a todos y todas. 



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