Cada vez que jugó la Selección en Qatar veíamos algo que nos parecía increíble: las tribunas estaban repletas de personas hinchando por la Argentina. ¿Acaso cómo costeaban esos miles de dólares que salía estar ahí? ¿Serían familias que viven en otros países y tienen buen pasar? ¿O son de acá pero gozan de los privilegios de la desigualdad económica? Probablemente, un poco de todo, o incluso ambas a la vez porque las sociedades parecen estar fuertemente golpeadas en sus economías.
Según datos del Indec, más del 80% de la población argentina tiene un salario inferior a la línea de pobreza y el promedio salarial de los informales directamente está por debajo de la línea de indigencia.
El ingreso promedio de la población ocupada es de $78.930; el de asalariados/as en $83.310; y, el de quienes no tienen salarios de $67.280. Ninguna de todas cifras que alcanzan para cubrir la Canasta Básica Total que en noviembre llegó a los $145.948.
El panorama es aún peor para quienes están trabajando de manera informal, sin registro, porque el ingreso promedio allí es de $45.981, por detrás de la línea de indigencia, calculada en $64.012. Por eso la calle se llena de gente no solo para recibir a Lionel Messi y sus compañeros de plantel sino, también, para reclamar junto al Polo Obrero y la Unidad Piquetera.
El ingreso familiar per cápita -ese que se obtiene dividiendo el ingreso total de la casa por la totalidad de integrantes de la famila- está en rojo: el 90% de la población percibe un IPCF de hasta $106.500. Los mismos estudios señalan que el 80% de quienes perciben un salario formal cobra un sueldo que no supera los $120.000 y que, asimismo, el 60% de los hogares posee un ingreso total familiar inferior a $146.000.
Más del 70% de la población total cuenta con un ingreso per cápita familiar de indigencia (de hasta $57.750), tal como sucede con más del 40% de la población asalariada (donde el ingreso promedio llega a $60.000) y contamos, también, con más del 10% de los hogares cuyos ingresos no superan los $45.000.
Por todo eso llegar a fin de mes es una misión casi imposible. ¿De dónde salen todos estos datos? Del Indec sobre Evolución de la distribución del ingreso, correspondiente al tercer trimestre 2022, que forma parte de los resultado arrojados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Allí podemos observar que el 10% de la población más rica percibe un ingreso per cápita familiar 13 veces superior al del 10% de la población más pobre. Un claro ejemplo de lo que son las desigualdades sociales y que podría explicarse como ejemplo claro en cualquier manual de escuela.
¿Y hay más desigualdades vinculadas al género? Claro que sí. Las mujeres conforman el 64,53% dentro del decil más pobre de la sociedad. A su vez, el ingreso individual promedio de los varones es de $95.609, mientras que el de las mujeres es de apenas $72.150. Algo que no cambia más es que las mujeres no solo cobran menos por los mismos puestos sino que al tener un techo de cristal ocupan los puestos de trabajo más precarios y peor pagos. Y no solo eso sino que destinan menos horas de su vida al mercado de trabajo remunerado porque les toca cargar con el peso del trabajo doméstico gratuito.
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