Por Daniel Castelo
La memoria como puerta de escape: Valentina Vidal y su segunda novela, "Volátil"
La escritora dialogó con Infonews sobre un relato en el que el vértigo y la violencia de género se cruzan con recuerdos de una infancia atravesada por la última dictadura.
04 de septiembre de 2024 - 12:21
“Mirás hacia los costados, ves sombras por todas partes. No deberías haber venido, Lucía. Pero la necedad es tierra acumulada bajo tus pies. No seguís tu instinto, tomás malas decisiones y no te acordás por qué siempre decís que sí, pero acá estás, con el maletín en la mano, esperando y esperando”.
Lucía habla consigo misma mientras sostiene un maletín cosmético en una de sus manos. Se está preparando para una jornada habitual de su trabajo como maquilladora. Sin embargo, horas antes de ese instante, la joven profesional protagonizó un corte radical en su vida, punto de partida de Volátil (Tusquets Editores), segunda novela de la escritora Valentina Vidal.
La historia comienza durante la última dictadura militar argentina y llega hasta nuestros días. Lucía, que no tolera a su jefa y vive con un novio violento, arrastra recuerdos de situaciones que vivió de chica en medio de un marco que incluía desapariciones, torturas, muerte a cada paso. Lucía rememora aromas, nombres, sensaciones y recuerda como quien no quiere olvidarse, como quien sabe que en los rincones de la memoria están las explicaciones de lo que marca el comienzo del relato.
Infonews: —¿Cómo fue escribir sobre la dictadura militar desde el background de tus recuerdos?
Valentina Vidal: —Los que transitamos la dictadura en la infancia o adolescencia estamos haciendo cada vez más ficción. Lo quería hacer con respeto pero a la vez jugar y ficcionar desde la mirada de una niña que sobrevive. Primero esa niña iba a ser más ingenua, pero termina siendo ingenua solo hasta que se tiene que escapar de eso que le pasa. Su manera de sobrevivir pasa a ser borrando, teniendo ese agujero negro que ella trata de descubrir todo el tiempo. La novela es sobre la búsqueda de la verdad, también sobre el proceso de recordar. Varios de los personajes que aparecen son personas que visitaban la casa familiar en mi infancia. Cuando mi viejo leyó la novela no podía creer los nombres que me acordaba.
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El relato de Valentina Vidal ubica al personaje de su historia en medio de una pregunta vital: ¿Se puede ser, fundar, o refundar, sin sangre? El quiebre virulento que protagoniza Lucía ni bien damos inicio a la lectura adquiere relieve poco después, al promediar el relato.
“Ese quiebre aparece al comienzo y luego quise reafirmarlo, sobre todo a través de los porqués de ese quiebre. No quería el plano blanco/negro o bueno/malo sino un ser humano con todas sus fallas”, cuenta la autora sobre el derrotero posterior de su Lucía, tan lejana y tan cercana a su propia experiencia en relación a la memoria y el presente, a las puertas abiertas del pasado y los recovecos por los que intentamos corrernos del hoy.
“El trabajo posterior fue no bajar la apuesta”, acota en relación a su proceso de escritura. el mismo, con los matices del caso, que la llevó en 2013 a editar su libro de cuentos Fondo blanco (Llanto de Mudo Ediciones) y en 2019 su primera novela, Fuerza magnética (Tusquets Editores).
Infonews: —Más allá de tu omnipresencia como autora, dentro de Volátil tu voz está en los personajes. ¿Cómo te llevás con ese presente y ese pasado de Lucía?
Valentina Vidal: —Me llevo bien. Los mecanismos que yo encuentro en la escritura son un disparador. Una escena en la que estuve presente, algo que me contó una amiga, algo que pensé yo... Ahí armo todo el universo ficcional, como si pusiera banderitas en un mapa.
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“Hay personajes de los que te enamorás y los tenés que parar porque se te van a la mierda”, apunta también Valentina, que resolvió durante la escritura las intenciones que tenía para con su protagonista de ficción, porque la figura del novio de ella (Nico, un violento que camina en el borde del femicidio) se le fue de las manos, según asegura. “Pasó a ser un personaje al que tuve que pararlo porque se me estaba haciendo más grande y competía con Lucía”, revela.
A tal punto adquieren peso propio algunos personajes y pueden llegar a intervenir en el destino de los otros habitantes de un relato, que la autora confiesa ante Infonews que Volátil tenía un final distinto al que se lee en el libro.
“Lo cambié unos minutitos antes de mandarlo a la imprenta”, revela. “Nos miramos con la editora como diciendo ‘podría ser mejor‘. Cuando estaba por mandar la última corrección se me ocurrió el final que está publicado. La reescritura de la reescritura de la reescritura”, define.
In: —¿Volviste a leer la novela ya editada y una vez en tus manos?
VV: —Quedé muy conforme con el final pero no volví a leer la novela entera; me da miedo pensar en que tendría que haber hecho esto o aquello.
"Te tiembla el cuerpo, Lucía. Lo negro y lo podrido no son lo mismo, pero te asusta pensar en tus ojos como si estuviesen muertos".
In: —¿Tenés algún método de escritura?
VV: —Imposible tener método porque trabajo en otra cosa todo el día… Cuando escribía la novela me levantaba a las 4 o 5 de la mañana para tener la cabeza limpia de noticias, la plata que no alcanza, las redes…
In: —Así fueron surgiendo los finales alternativos…
VV: —Sí, a la tarde corregía y me daba cuenta de que a la mañana había escrito cualquier cosa (risas).
In: —¿Ahora estás escribiendo?
VV: —Estoy pensando en retomar una novela que tenía empezada. Pero quiero bajar el ritmo y voy más lento.
In: —¿Qué estás leyendo?
VV: —Soy de leer mucha novela. Ahora estoy con unos ensayos: Islas del abandono, de Cal Flyn, sobre lugares olvidados del mundo donde la naturaleza prosperó pese al envenenamiento. Antes leí La llamada, de Leila Guerriero y el último de Benjamín Labatut, Maniac.
In: —Con la dictadura como escenario ya visitado, ¿cómo te ves escribiendo sobre esta época que estamos viviendo en Argentina?
VV: —Sobre los hechos duros de la historia necesito estar lejos como para hacer ficción con ellos. Porque de otro modo se me meten en la emoción. Escribir mucho con la emoción no me da buenos resultados en la escritura. Quizá, en unos díez años, cuando espero que esto sea solo un mal sueño, pueda hacer alguna ficción.