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El 86 para siempre: "Se fue un maestro"

Así lo recordó con emoción el Negro Enrique a Diego Maradona. "Se fue un maestro, un señor con todas las letras", remarcó.

El exfutbolista Héctor "Negro" Enrique, campeón del mundo en México '86, recordó hoy a Diego Maradona como "un maestro que se fue", en una charla junto con Oscar Ruggeri, Julio Olarticoechea, Nery Pumpido y Ricardo Giusti.

"Se fue un maestro, un señor con todas las letras, Diego nos dio la mano a mucho de nosotros, a mi me dio trabajo y lo valoré siempre. Jamás me atrevería a faltarle el respeto a Diego", resaltó Enrique, que también lo acompañó en el cuerpo técnico del seleccionado entre 2008 y 2010 y en Emiratos Árabes.

"No tengo dudas de que Maradona gambeteó a la muerte, dos caños le tiró, de iba y de vuelta, nos dejó la pelota a nosotros y se quedó con lo viejos y el otro Dios", afirmó.

Asimismo, Enrique, que no había hablado ante los medios, contó que Dalma Maradona lo abrazó "fuerte" en el velatorio porque entre ellos se quieren "de verdad".

Y Pumpido bromeó por la obsesión de Diego con la copa del mundo y por eso se la puso encima del féretro cuando pasó a despedirse en la Casa Rosada.

"Llegué a último momento desde Paraguay gracias a Gonzalo Belloso y Alejandro Domínguez. Vi la Copa, la agarré y se la puse arriba del cajón. Ojalá se la hubiera llevado adentro del cajón. El me la entregó a mí en el Mundial y tuve el gusto de devolvérsela", detalló el exarquero en ESPN, citó Télam.

Sin embargo, el más marcado y que rompió en llanto fue Giusti, al que casi no le salieron las palabras para referirse al crack argentino.

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El 86 para siempre: "Se fue un maestro"

"Me cuesta mucho expresarme. Nos dio la imagen de un tipo tranquilo, que estaba descansando en paz. Estaba tranquilo, encontré la cara de tranquilidad de Diego", afirmó.

Por último, el Vasco Olarticoechea, que no llegó al velorio por estar en Saladillo y aislado por la pandemia del coronavirus, debido a que es paciente de riesgo, relató cómo se enteró del fallecimiento.

"Iba en la bici y me llama mi hija y me da la noticia. Dejé la bici por ahí y salí a caminar por el campo. Entre lágrimas y sonrisas caminé como dos horas, pensando en los momentos que viví y disfruté con él. Tuve el orgullo de estar junto a él", apuntó.

Ruggeri, desde el piso en el programa que trabaja, comenzó a lagrimear y a mirar el piso, con la garganta anudada soltó: "Estaba en casa y miré el velorio todo el día. Recién venía hablando con el Gringo (Giusti), llorando los dos, y le decía lo que me estaba costando desahogarme".

"Venía bien hasta que vi el auto (el coche fúnebre) saliendo. Hasta ahí yo no lo creía, después estaba llorando solo. 'Este no', decía. ¿Por qué estos genios se mueren solos y jóvenes? Estos tipos que dan tanta alegría. Yo los escucho decir 'qué feliz me hizo'... yo jugaba con él y también me hizo feliz. Tenía cara de paz enorme", concluyó.



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