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"Tuve que cambiar de máquina para votar"

En un caos total, con periodistas y cámaras que se pisaban entre sí, la precandidata Patricia Bullrich votó en La Rural tras luchar con las máquinas del voto electrónico que instaló la gestión de su competidor en la interna, Horacio Rodríguez Larreta.

La precandidata a presidenta Patricia Bullrich votó este mediodía en La Rural, donde tuvo problemas técnicos con el sistema BUE de voto electrónico que se instaló en la Ciudad de Buenos Aires para los cargos locales. 

La cabeza de una de las listas que presentó Juntos por el Cambio para estas PASO confirmó en persona lo que había advertido tanto la jueza electoral María Servini de Cubría como la izquierda: la votación con las máquinas son un verdadero problema por la "improvisación". 

"Mi experiencia fue que no pude votar en siete intentos y tuve que votar nuevamente en una nueva máquina", dijo Patricia Bullrich en una rueda de prensa que tampoco contó con una buena organización: periodistas y trabajadores de prensa se amuchaban tratando de conseguir el testimonio de una de las figuras de estas elecciones. 

Bullrich pareció aprovechar la situación para darle un tiro por elevación a su adversario interno, Horacio Rodríguez Larreta, la referente del PRO dijo que "los sistemas electorales tienen que tener un nivel de maduración, hay que probarlos y trabajar durante un tiempo largo para ver si funcionan", dando a entender que el actual jefe de gobierno porteño que desea ser presidente de la Nación no fue responsable en la gestión.

Pero eso, incluso, no fue tan fuerte como la denuncia directa que enciende la preocupación de muchas personas y alimenta el mito urbano sobre el cambio de votos bajo estos métodos electrónicos: "Me pasaba una cosa muy rara porque votaba una lista y me salía una distinta a la que no quería votar". 

"Lo normal es votar un ratito, irse y ya bastante con la cola", se quejó Bullrich, quien pudo votar después de siete intentos y media hora de demora. En las escuelas el panorama es parecido porque, como advertía Servini, al menos un 30% de las máquinas no están funcionando como deberían.

 

 

 



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