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Juicios de lesa humanidad: el escalofriante relato de un secuestro

Graciela Haydee Leiva, víctima del horror, brindó su testimonio ante el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca y describió con detalle el calvario que sufrió junto a su padre y su hermano cuando fueron secuestrados en 1976.

Una mujer relató hoy las alternativas que sufrió junto a su padre y su hermano cuando fueron secuestrados en 1976 en el marco de una nueva audiencia de la megacausa por delitos de lesa humanidad de la Zona V, en jurisdicción de Bahía Blanca, que tiene 37 imputados.

Se trata de Graciela Haydee Leiva, quien brindó testimonio sobre el hecho del que fue víctima junto a su padre, Luis Dolores Leiva, ante el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca, integrado por los jueces Ernesto Pedro Francisco Sebastián, Sebastián Luis Foglia y Marcos Javier Aguerrido.

"Mi papá entró en el ferrocarril como peón, después estudió para ser mecánico diésel hasta que lo eligieron como dirigente gremial de la Unión Ferroviaria de Ingeniero White", señaló la mujer.

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La declarante dijo que a su padre lo secuestraron en la calle Avenente, de Ingeniero White, entre "el 7 o 9 de mayo de 1976" y contó: "Yo estaba de novia, habíamos ido al cine, llegamos a las 2 de la mañana, entro a mi casa, abro la puerta de la habitación de mi mamá y en eso golpean la puerta".

Leiva dijo que cuando "abro la puerta, veo a un hombre de cara alargada, tez blanca, cabello negro peinado para el costado, otro hombre atrás mas bajo de bigotes" y que le indicaron que se trataba de la policía ferroviaria vestida de civil y que buscaban a su padre.

"Me arrimo a mi papá que estaba dormido, le digo que lo vienen a buscar, mi mamá salta de la cama y esta persona saca un arma", agregó la mujer al indicar que residía en las colonias ferroviarias de Ingeniero White.

También señaló que "a mi papá lo dejan en el boulevard, lo bajan y le dicen 'no te saques la venda', y pudo llegar al galpón de máquinas" del ferrocarril.

"Llamó un compañero diciendo que tenemos a tu papá, lo encontramos", por lo que su hermano y otros familiares "fueron corriendo a buscarlo", contó.

Entre lágrimas, sostuvo que "cuando abro la puerta encuentro a mi papá, era otro, no era el que lo habían llevado hace un mes, tenía su nariz torcida, su barba crecida, estaba flaco, pero estaba vivo".

Leiva dijo que su padre "estuvo en la Escuelita", en referencia al centro clandestino de detención ubicado en el V Cuerpo.

"Contaba que estaba en una cama con esposas en la mano y piernas, lo desataban, lo hacían caminar, le hacían simulacro de fusilamiento, lo interrogaban permanentemente y le preguntaban las palabras que hacía sobre las asambleas públicas", dijo la mujer.

La testigo sostuvo también que "en julio de ese mismo año, en vacaciones de invierno, seguramente era un viernes o un fin de semana, cuando entro a casa, a la pieza de mi mamá, estaba sentada en la cama, se levanta, abre el postigo y ve un soldado con un gorro de lana donde se le veía los ojos y la boca".

"Al abrir la puerta aparecen unos hombres vestidos de verde, unos militares, había otros en el patio de las colonias ferroviarias, cascos que decían Policía Militar", relató e indicó que "entra un hombre alto, de ojos negros, con una mirada asesina, de lobo, con una metralleta".

La mujer siguió: "Entran otras personas con esas ropas verdes, otro señor alto, de ojos celestes, cara larga, nos reúnen en el living de la casa, la revisan".

"Me atan las manos atrás, me ponen una bolsa de lona en la cabeza, yo le pido por favor que no la cierren", recordó al indicar que también estaban su hermano y su padre.

En ese momento, dijo, "nos suben a un auto, los sonidos eran terribles, me sonaba a ruido de metralleta, el miedo, en un momento paran, era un lugar con mucha luz y con unas carpas de material, después me entero que era la base naval" de Puerto Belgrano.

"Nos bajan con movimientos bruscos, nos dicen que quedan incomunicados, ahí estamos un día o dos", sostuvo y dijo que se levantó "la capucha, vi una bañadera de las antiguas llena de agua, sabíamos que ahí había gente detenida y me imaginaba las cosas que pasaban".

"Después de un tiempo nos hacen poner de pie, nos desatan, nos sacan las capuchas, uno a uno nos fichan, nos toman las huellas digitales, nos toman los datos de las familias y nos sacan fotos", relató y afirmó que les dijeron "que nos van a soltar, me preguntan que hacía yo, le dije que estaba estudiando y a mi papá que ya había sido investigado; ahí nos largan a la calle, no teníamos ni para el colectivo".

La testigo afirmó que luego de ese hecho "mi papá ya estaba cesanteado, no cobraba sueldo, había sido echado del trabajo, le piden la casa y nos tuvimos que ir".

Leiva agradeció como madre, como mujer, como ciudadana a las Abuelas de Plaza de Mayo por "el coraje, valentía, sacrificio, porque dejaron de vivir para buscar una verdad".

"Agradezco a los organismos de derechos humanos que también se han constituido como militantes de la verdad, como todo aquel ciudadano que desde su lugar y anonimato lucharon por la verdad y seguimos luchando por la verdad", manifestó.



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