El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires precisó que en esta nueva ola de coronavirus la mortalidad de las personas que ingresan a terapia intensiva por Covid es del 67%. Ese número representa 2 de cada 3 personas internadas por la enfermedad.
La cifra la confirmó este martes el jefe de Terapia Intensiva del Hospital Otamendi, Arnaldo Dubin, en una entrevista al diario Tiempo Argentino, y la atribuyó a la delicada situación que atraviesa el sistema de salud en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). "Hay que hablar sin eufemismos porque en realidad el sistema ya está colapsado", advirtió.
En cuanto a las razones del crecimiento de la mortalidad en UTI, el especialista ubicó dos factores centrales: "La intubación fuera de las salas de terapia, algo que ocurre todos los días por falta de camas (...) y la tensión que sufrió el sistema de salud".
"En la mayoría de los hospitales públicos y privados del AMBA la ocupación es mucho más del 100%, porque en realidad en las habitaciones comunes hay un montón de pacientes que en otras circunstancias hubiesen estado internados en terapia intensiva, pero ahora no tenemos lugar. Cada día estamos intubando y ventilando mecánicamente a pacientes fuera de las terapias intensivas", describió el intensivista a Tiempo.
Dubin puso el acento sobre "la fatiga terminal del conjunto de los médicos" a un año y tres meses del comienzo de la pandemia. "Lo que limita el funcionamiento del sistema de salud, es decir, el cuello de botella somos nosotros los intensivistas, enfermeros, kinesiólogos y médicos; y lamentablemente parecemos una especie en extinción porque somos cada vez menos, estamos en peores condiciones después de más de un año de trabajo luchando contra el Covid, con muchos colegas y compañeros que se contagiaron, otros que fallecieron y algunos que lamentablemente ya no quieren trabajar más en terapia intensiva por las consecuencias propias del trabajo", advirtió.
Un dato relevante que arrojó el también miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) es que formar un médico intensivista lleva por lo menos cuatro años. "No es algo que se pueda resolver de un momento para otro", explicó y consideró que "las condiciones laborales del sector son malas, los salarios son insuficientes, y la resultante esperable es esta fatiga" que sufre su gremio.
