PALABRERÍO | entrevista | escritor argentino | novela

Matías Segreti: “La escritura no puede trabajar siempre con la certeza”

El autor de “Aunque a nadie ya le importe” charló con Infonews sobre su nueva novela, “El silencio es otra muerte”, en la que un padre cuenta y trata de entender la pérdida de su hija. Un libro demoledor, absorbente y necesario que llega a las librerías de la mano de La Crujía.

El escritor Matías Segreti.
El escritor Matías Segreti.

El silencio es otra muerte, novela de Matías Segreti que acaba de editar La Crujía, hace foco en la experiencia más dolorosa que puede afrontar cualquier padre o madre: la muerte de un hijo. En este caso, para ser más exactos, de una hija, Julieta. No hay peor tragedia. Acá el escritor argentino cuenta, desde la voz del papá, la historia de esa joven asesinada. La culpa, el duelo, la venganza, el vacío que deja esa ausencia y la -casi inevitable- desintegración de una pareja, son algunas de las cuestiones que trata Segreti en su nueva novela. El silencio es otra muerte tiene una virtud infrecuente en la literatura de estos tiempos; teje una historia emocionalmente demoledora sin caer en golpes bajos. Narra el dolor sin cinismo, en definitiva.

Sin más dilaciones, Infonews conversó con el autor de Aunque a nadie ya le importe (2018), Los Brutos (2019) y El día que conseguí trabajo (2020) sobre su flamante novela y otros asuntos del quehacer literario.
 

Infonews: -¿Cómo fue el proceso de escritura de El silencio es otra muerte?

Matías Segreti: -Escribir es un oficio, un trabajo, que como cualquiera que involucra dedicación artística, creación, produce desgaste, uno deja algo ahí, su tiempo, que no es otra cosa que la vida. A veces parece un paseo largo en el campo que no conduce a ningún lado, hasta que se encuentra un camino y después otro y por último la perdición, es decir, hasta que uno se sumerge por completo. Creo que, si uno logra ese estado de extrañeza, de extravío, hay una satisfacción. Si no sucede es un trabajo mecánico, de certeza. La escritura no puede trabajar siempre con la certeza. Con El silencio es otra muerte el proceso fue ambiguo, a veces, de pulir mucho la piedra, otras de una frontera medio frágil entre realidad y ficción, ese lugar es el que me gusta.
 

In: -Si bien el tema central de la novela es el femicidio, a diferencia de otras sobre la misma problemática, acá hay una particularidad que me pareció el gran acierto de tu libro: la trama o explicación policial solo puede aflorar cuando la culpa y el duelo le abren paso; ¿lo planeaste así?

MS: -No creo que haya sido deliberado. No entiendo incluso cómo hacen algunas personas que escriben para plantearse los problemas de la existencia, incluso antes de escribir. Yo quiero contar historias, el sentido lo puede construir el lector, a veces me guardo el propio. Mi procedimiento es un poco caótico, sé dónde comienza la historia, sé dónde termina, sé algunas cosas y después me dejo sorprender. Es probable que esto que señalás tenga que ver con la materia con la que trabajo, que es la experiencia propia y la lectura, y en una posibilidad que nos regala la ficción: yo no soy los personajes, pero puedo moldearlos, puedo pelearme con ellos, puedo sentir repugnancia y también puedo quererlos. En definitiva y al igual que un personaje que tiene sustancia de verdad, la trama de nuestras vidas también aflora cuando la culpa y el duelo comienzan a desintegrarse.


In: -¿Qué personaje te costó más encontrar y por qué?

MS: -Julieta, la víctima. Porque es un lugar, una posición histórica, un cuerpo que no tengo ni voy a tener. Me cuesta construir personajes de mujeres, le pongo mucho trabajo, los hago dialogar con los primeros lectores, le busco la vuelta. Pero después me gustan los resultados, en este caso Julieta es un personaje que está borroneado, que no se termina de armar en su contorno, es una chica y son todas las chicas.

"El silencio es otra muerte", libro de Matías Segreti editado por La Crujía.

In: -¿Disfrutás la instancia de la escritura o solo te sentís satisfecho y aliviado cuando concluís el libro?

MS: -Disfruto mucho. De hecho es al contrario, solo cuando estoy escribiendo siento el alivio del trabajo, de la no concreción, de la vigilia permanente y de la posibilidad de revisar con mis ojos lo que mis textos son, ofrecerme nuevas lecturas de mí propio trabajo, que también son cambiantes. Yo no soy el mismo cuando comienzo un proceso de escritura que cuando lo termino. Terminar un libro es una catástrofe, hay un duelo y hay perdida. Los escritores escribimos lo que podemos, no lo que queremos, por eso no siento alivio. Sí podemos aproximarnos a lo que deseamos, buscar ese punto de contacto entre lo que puedo y lo que me gustaría que fuera la obra.


In: -¿Trabajás de la misma manera un libro de cuentos que una novela?

MS: -No, el trato es distinto. A los cuentos los tomo como un juego. Como algo que debe morir pronto para que produzca ese efecto de adicción, de enganche, es como ese amor intenso y corto. Con la novela pasan otras cosas, me pasa todo y su forma de abordar es distinta. Me da bronca, ansiedad, alegría, pereza, pero sobre todo un romance.


In: -¿Podés leer mientras escribís o una de las dos prácticas siempre se impone sobre la otra?

MS: -Leo siempre que puedo, y cuando no puedo, peleo contra las otras cosas que disputan ese tiempo para hacerle lugar. Entonces cuando escribo mi combustible es la lectura, hay otros, pero fundamentalmente las lecturas. Para este libro busqué textos que me dieran pistas, formas de tejer la trama, maniobras de algunos escritores, recursos, frases, todo lo que pueda. Leí, por ejemplo, Furia de Clyo Mendoza, a Tatiana Tibuleac, a Luciana de Luca, a Gonza Unamuno, Almada, Vanesa Londoño, a Piñeiro, a Bizzio, Molloy, a Kristoff, a Layla Martínez y un montón más. Leo mucho y variado, y si no leo durante la escritura, me siento medio huérfano, sin sostén.


In: -¿Qué diferencias estilísticas, narrativas o de cualquier otra índole podés advertir entre esta novela y las que escribiste anteriormente?

MS: -El trabajo que me tomé, eso fundamentalmente, esta novela se encolumna en el trabajo, en las lecturas, en la investigación, en las músicas, en estar atento y en mi biografía.


In: Pasando al plano político, ¿cómo ves a la Argentina de Milei?

MS: -Un desastre. Más allá de la dirigencia, que es votada, y de alguna manera merece un respeto inicial porque el pueblo deposita ahí su esperanza, sus expectativas de vivir mejor, creo que todos los días estos tipos hacen un esfuerzo para ser lo más descarnadamente inviables, trabajan para hacernos mierda y para hambrear a todos los que puedan. No les gusta el país que gobiernan, no les gustan nuestras costumbres, nuestros modos, la cultura. Parece que hicieron un casting de hijos de puta, con el perdón de todas las compañeras trabajadoras sexuales, y cayeron todos acá. Ahora andan sueltos destruyendo todo aquello que engrandece a nuestra nación.


In: -¿Ya estás pensando en tu próximo libro?

MS: -Ya tengo algo. Es una serie de relatos sobre la idea de caminar, caminatas por barrios, excursiones solitarias, de a uno, de a dos, personajes de barrio, de pueblos, se me hacen parecidos a los textos cortos de Sylvia Molloy. Los vengo escribiendo desde el 2020 con una constancia irregular, puedo escribir diez textos en un par de semanas y reposar unos meses. No sé si es un libro. Pero es algo que no termina nunca, aunque pensándolo bien probablemente eso sea exactamente un buen libro, algo que parece cerrarse, pero cada tanto algo nuevo hay entre líneas.


Gustavo Abrevaya: "Apenas salió 'El criadero' en Estados Unidos hubo un tsunami"



Dejá tu comentario