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"Me liberé": 10 años de prisión para el abusador de la escritora Belén López Peiró

La joven autora anunció que, a partir de este fallo, se dedicará a escribir otra cosa: signo de que el tema se acabó para ella, tal como lo indica el artículo en el que salió a la luz la condena de 10 años de prisión para su tío, ex comisario de la provincia de Buenos Aires.

Belén López Peiró.
Belén López Peiró.

"Se acabó. Ya está. Terminó. C’est fini. Me liberé. ¿Qué más? Después de nueve años y una denuncia. Declaraciones, pericias psicológicas, viajes de ida y vuelta a comisarías, fiscalías, tribunales de la nación. Un expediente: 500 páginas. Dos abogados. Una procuradora. Una comisión de justicia. Terapia por 15 años. ¡La mitad de mi vida! Mi familia entera partida en dos. Un pueblo encubriendo al abusador", expresa Belén López Peiró, escritora reconocida en la literatura argentina, en las primeras líneas de su artículo publicado en el periódico El País.

El 26 de diciembre el excomisario de la policía Bonaerense Claudio Sarlo, su tío y el responsable de todo el proceso de sanación que la joven se vio obligada a transitar si quería vivir, fue finalmente condenado como "autor penalmente responsable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por resultar el autor encargado de la guarda y por haber sido cometido contra una menor de 18 años aprovechando la situación de convivencia preexistente con la misma, en forma reiterada, en concurso ideal con el delito de corrupción agravada por haber sido cometido por una persona encargada de su guarda". Así citaba Belén el expediente.

 

 

Sarlo fue denunciado por su sobrina en 2014, cuando ella contaba con 22 años. En el libro "Por qué volvías cada verano", Belén narra escenas del calvario, distanciándose de sí misma para poder hacerlo, y el inicio del juicio contra un hombre que gozaba de privilegios y una posición de poder en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Él tenía, al momento de la denuncia, 47 años de edad.

"Actualmente tengo 22 años, soy estudiante y escribo este texto para poder contar lo que viví, sufrí y padecí en mi adolescencia y poder hacer justicia. Mi tío abusó sexualmente de mí reiteradas veces desde los 13 a los 17 años", son las palabras que figuran en la primera página.

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La joven atravesó una multiplicidad de batallas que se ven reflejadas en su escritura: una familia que no tuvo las herramientas para cuidarla, vecines y un entorno familiar que descreen de su relato cuando, por fin, se anima y puede contarlo.

Muchas veces, alguien que ha padecido uno o varios abusos, sencillamente no verbaliza lo que ha atravesado: es más una marea de palabras, nombres, datos, una secuencia del que no se tiene la certeza de si finalizó o no. Es más una explosión que un testimonio. Tampoco se está segure de si volverá a ocurrir. La amenaza está ahí, fuera, dentro, en todas partes. Y lo seguirá estando con la revictimización de una justicia que, aún hoy, continúa siendo servicial al sistema patriarcal, vetusto y desigual a niveles indignantes.

"Y entonces, ¿Por qué volvías cada verano? ¿Te gusta sufrir?", continúa el libro luego de la denuncia. Son las voces de la familia de su tío, quienes la acogían en su casa de Santa Lucía todos los veranos.

"¿Por qué no te quedabas en tu casa? Allá en Capital, cagándote de calor. Ah. No. Cierto que no podías, que no tenías a nadie para que te cuide. Con más razón. Encima de que te ayudamos, de que te dimos una familia, nos hiciste esto. No te queríamos, sólo te recibíamos porque tu mamá nos daba regalos".

La crueldad se encarna en las personas y sus juicios cuando tiene lugar la revelación de una violencia que nunca supimos cómo abordar, porque quienes hoy tenemos cerca de 30 años apenas si tuvimos una pequeña muestra de lo que es la educación sexual. El resto lo aprendimos como todas las generaciones anteriores: sobre la marcha, pero con una diferencia abismal: internet, redes sociales y la expansión del movimiento feminista.

 

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"Seguro que nunca pudiste jugar a las escondidas, mucho menos tener amigos varones. Uy, ahora que lo pienso, seguro que tampoco podés cojer. Porque cada vez que un hombre te mira vos agachás la cabeza. Porque cada vez que un pibe se acerca se te pone la piel de gallina. Porque cada vez que te tocan el culo o te acarician las tetas vos no querés chupársela, ni tampoco hacerle una paja. Debés tener terror de tocarlos y de que te toquen. Terror de que se te acerquen y te apoyen. Seguro que nunca más podés acabar, disfrutar de un buen polvo", todo eso escribe Belén. Todo eso se lo han dicho. Todo eso solían decirle a una persona que había padecido un abuso o una violación. Todo eso se mete la cabeza en quienes lo han padecido, y ese proceso de recuperarse a sí misme se vuelve aún más pesado, solitario. Les dicen cómo sentirse, cómo nunca lo van a superar, cómo les cagaron la vida.

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"Examen psicólogico, observaciones:

Presenta indicadores de inestabilidad emocional, aplanamiento afectivo, angustia y presencia de temores, con dificultades en el contacto social. Rigidez. Trastornos de la conducta alimentaria y del sueño. Los mismos resultan compatibles con el padecimiento de una situación de índole traumática", dice otro fragmento de "Por qué volvías cada verano".

Belén presenta todos estos síntomas, por lo que pueden identificar que, efectivamente, sufrió un trauma. Pero, ¿qué pasa cuándo alguien atraviesa lo mismo y no presenta síntomas similares? ¿Qué pasa cuando los síntomas del trauma no se parecen a los que dicen los manuales de salud mental? ¿Y si no hay trauma?

Otro de los puntos de la literatura de Belén López Peiró, es la culpa. La culpa de la madre y la culpa que la madre le adjudica a ella, porque "vos lo viviste, a vos te la dieron pero yo te tuve en mi panza, yo te parí, y por eso sufro todo lo que vos sufrís, pero el doble. Sí, es así. Todo lo que sentiste multiplicalo por dos. Así me siento yo. Y vos seguís creyéndote protagonista".

La culpa, la vergüenza, la ira y un sinfín de emociones atraviesan a cada víctima y a cada familia que se entera de que uno de sus miembros es un abusador o un violento. El de Belén no es un caso aislado, y la condena a Claudio Sarlo es la justicia de todes.

"Yo a partir de ahora me dedico a escribir otra cosa", finaliza el artículo de Peiró de El País.

Este fallo no hubiese sido posible de no estar en el contexto en el que estamos, de las luchas que se dieron y continúan, y tampoco sin Luli Sánchez, la abogada de Belén durante el juicio.

 

 

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