SOCIEDAD | fernando báez sosa | masculinidad | rugby | violencia en el deporte

Equipos de rugby hacen una introspección de los códigos violentos del deporte

A raíz del homicidio de Fernando Báez Sosa, el ámbito del rugby se volvió el blanco de todas las sospechas, con un cuestionamiento necesario para problematizar la violencia naturalizada que se da en las prácticas deportivas en el mundo varonil. Jugadorxs de rugby reflexionan al respecto.

Las Yaguareté, el Seleccionado argentino de rugby.
Las Yaguareté, el Seleccionado argentino de rugby.

A tres años del asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell por la golpiza de ocho rugbiers masculinos, Xoana Sosa, jugadora de rugby en el club Sitas y exintegrante de la Selección nacional —las Yaguaretés—, aseguró que los equipos masculinos tienen "mucho para aprender" del rugby femenino a la hora de revisar y problematizar "la violencia y el machismo" que atraviesa "a éste y todos los deportes".

Aunque haya quien afirme que los deportes no tienen "nada que ver" con los hechos de violencia, lo cierto es que son espacios en los que los varones no tienen regulación ni disciplina a la hora de reproducir los mismos rituales de décadas anteriores, que incluyen hasta la introducción de un objeto por el ano del compañero a la vez que el resto del equipo anima y se ríe como si no se tratase de una humillación y un abuso sexual.

En diálogo con Télam, Sosa advirtió que la violencia "no se gesta sola", sino que tiene su raíz en "la matriz patriarcal", que se "replica con modales, conductas y estereotipos dentro del deporte". Para ella, el deporte debe hacerse "cargo de esto y hacer una reflexión puertas adentro", que incluya "la voz de las compañeras que practicamos el deporte".

"En general, hay mucho para aprender en los deportes que las mujeres y disidencias habitamos, porque tenemos una mirada crítica y cuestionadora de aquellos temas que perpetúan el machismo", aseguró.

En ese sentido, la jugadora del Sitas se refirió a "la inclusión, la tolerancia, la ternura, la sororidad" presente en los equipos femeninos de rugby, que conviven por ejemplo "con compañeras lesbianas o que hacen transición a otro género desde hace mucho tiempo".

"Esto es algo que todavía no se da de manera generalizada en el rugby masculino", señaló Sosa, que juega desde sus 19 años, aunque lo hubiese hecho "desde chica" si su padre lo hubiese aceptado.

También cuestionó las conductas violentas "naturalizadas", que muchas veces alejan a los varones de los clubes "porque se sienten incómodos con esas actitudes, o no quieren afrontar un bautismo y dejan antes, y así infinidad de casos", señaló.

"Hay que avanzar como deporte en medidas preventivas, capacitaciones, la creación de comisiones de género, de violencia, donde se puedan alojar denuncias de todo tipo", sostuvo Sosa.

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Desde el homicidio de Fernando el 18 de enero de 2020, por el que actualmente están siendo juzgados ocho jóvenes rugbiers, surgió un intenso debate entre quienes estaban convencides de que el rugby no es más que un mero deporte, y que fue casualidad que quienes perpetraron la golpiza hayan sido rugbiers, y entre quienes señalaron que debían revisarse las conductas urgentemente.

Quienes conocen los códigos del rugby coinciden en que este hecho obligó a "repensar puertas adentro" cuestiones propias de la identidad y la cultura rugbier, cuya relación con actos violentos "no se puede negar", según indicaron algunos jugadores masculinos entrevistados por Télam.

"Eran tantos los casos de violencia y peleas entre grupos de jugadores de rugby que venían sucediendo que en algún punto todos nos creímos responsables por lo de Fernando", aseguró Andrés Bellagamba (27), quien en aquel momento era jugador del club Deportiva Francesa, de la localidad bonaerense de Del Viso.

Joaquín Origlio (27), que jugó durante dos décadas en Banco Nación dijo: "El rugby siempre habla de 'bancar al otro dentro y fuera de la cancha'. Quizás se tergiversa este mensaje y, en otro contexto, si le están pegando a mi compañero, en vez de entrar a separar, entro a pegar, sumado a que crecimos con anécdotas de cómo los más grandes se pegaban en los boliches. Esa es una reflexión que podemos hacer". A esto se suma el "poderío físico" que caracteriza a quienes practican este deporte y que la "falta de conciencia" del mismo puede resultar "problemática", añadió.

Para el joven, cuando estas situaciones se dan en grupo "uno se deja llevar y deja de pensar como individuo, se siente un poco impune", y expresó que la responsabilidad y noción de riesgo "se diluye" en la masa.

Las conductas "específicas" del rugby fueron enmarcadas por los entrevistados en explicaciones "más estructurales" como los mandatos sociales de las masculinidades, la idea de virilidad y liderazgo y los roles de los varones.

"El juicio a los ocho acusados tendrá como resultado definir las responsabilidades individuales en el crimen de Fernando pero no va a poder explicar cuáles son las condiciones estructurales que facilitan y estimulan esta modalidad de ejercer violencia, tan típica del género masculino", explicó el psiquiatra y especialista en masculinidades, Enrique Stola.

Y continuó: "Vivimos en sociedades atravesadas por múltiples poderes dominantes que van produciendo subjetividad y modelan muchas de nuestras visiones del mundo y conductas".

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