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Ziembrowski en carne viva en "El villano": autoficción de elaboración y parricidio

El notable actor argentino protagoniza y codirige un film-ensayo sobre su padre abandónico y sobre su lugar de villano del cine nacional.

Luis Ziembrowski en
Luis Ziembrowski en "El villano"

"Yo sé que sos mi papá porque me dijeron, pero yo no te conozco". La frase se la disparó Luis Ziembrowski a su papá biológico cuando era un niño y se encontró con él luego de varios años sin que estuviera presente, después de que su padre se hubiera esfumado en medio de una trama criminal relacionada con el tráfico de autos.

Hoy Ziembrowski tiene tiene 62 años y una carrera actoral impactante, a la que le saca lustre en cine (Cuando acecha la maldad, Los sonámbulos), teatro (Los padres terribles) y ficciones episódicas de TV y streaming. También, por lo que podemos ver en el flamante documental "El villano", es un tipo que carga con una elaboración compleja y desarrollada a lo largo de toda una vida en torno a la fuga de su papá.

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Freud decía que la necesidad más grande de un niño es la protección de su padre. Ziembrowski no la tuvo y "El villano", título que da cuenta de su progenitor y también de su carrera actoral, funciona como elaboración del duelo al tiempo que como parricidio.

La ejecución que construye Ziembrowski, en codirección con el realizador Gabriel Reches, incluye a la parte de su familia que sí estuvo y está presente. El actor y director reconstruye el relato de su vida junto a su círculo más íntimo, lo hace por medio de recuerdos enunciados, de memorias cruzadas, de anécdotas neblinosas. Y a través de la ficción también, del ensayo de escenas de su vida y hasta de la teatralización de un momento en el que él juega el rol de su padre y su hijo juega su propio papel.

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Si es cierto aquello de que los padres son el gran obstáculo para la satisfacción de los deseos (sí, otro dixit de Freud), Ziembrowski sublima en cámara, en el clímax narrativo, con su propio padre, una venganza sutil, de quien quiere aplicar una condena sin obviedades ni reclamos. 

"Yo no soy ningún santo pero tampoco soy terrible hijo de puta", asegura en diálogo con Luis el villano del film, Israel "Santiago" Ziembrowski, padre biológico del actor. El cruce entre ambos, en un auto y en un asado compartido, es distante. En el ida y vuelta vemos a al chico que salda cuentas con el adulto que recuerda, y viceversa.

Hay un clímax en el reencuentro padre-hijo y aparece de la mano de los recuerdos del abandónico, de la situación de "ex" que parece catalogar a ese tipo anciano, ya en la ruta de despedida de su trayecto errático. Es cuando Luis le pregunta a Israel si extraña a alguien. La respuesta es esquiva y da paso a un silencio contundente, espeso, portador sano de uno de los varios elementos de autoficción que estructuran al documental.

"El villano" es un gran film-ensayo, un trabajo entrecruzado por el psicoanálisis y la formación dramática. Es, ergo, una película con buenos y malos, con algo de western personal, y con algo de espinoso camino del héroe (y del villano) también. 

El villano   Argentina, 2023. 75‘ Guion y Dirección: Luis Ziembrowski, Gabriel Reches. Documental.



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