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¿Cancelación o nada?: otra mirada frente a la violencia sexual en infancias

El programa radial del periodista Franco Torchia incluyó voces de varios periodistas y activistas LGBTIQ+ que reflexionaron respecto al tratamiento mediático del caso de Jay Mammon y la violencia sexual infantil. ¿Importan realmente las víctimas o la espectacularización de denuncias contra famosos?

El periodista Franco Torchia transmitió recientemente al aire en su programa radial en la Once Diez, "No se puede vivir del amor", puntos de vista de ocho personas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+ respecto al debate que se suscita en redes sociales movido por los medios de comunicación: el caso Jay Mammon y el abuso sexual infantil y adolescente.

En estos últimos días hemos visto desfilar por los paneles de programas de televisión de chimentos, noticieros y columnas de opinión, voces de gente que hablan desde la inexperiencia, desinformación y desde un discurso que imposibilita realmente un debate que sirva, por fuera de la indignación colectiva que guarda mucho de hipocresía.

Sí, claro: hipocresía; porque si no participás del "debate" desde el apoyo a la cancelación, sos encasillado como cómplice de un abusador y de perpetrar la violencia sexual en niñeces. Por poco que no se te acusa también de "pedófilo", porque si algo quedó evidenciado en la mediatización de la denuncia de Lucas Benvenutto contra Jay Mammon, es que poco importan los términos con que se refieren a la violencia sexual, poco importan los diferentes grados de violencia y poco importan las víctimas, ya que estamos.

Para aclarar un poco: la pedofilia vendría a ser esa atracción sexual (NO orientación sexual) que siente un adulto por une niñe o adolescente y pederasta es aquella persona que abusa/viola a ese niñe. Es decir, la diferencia está en que un término concreta el hecho y el otro solo marca una 'anormalidad' del deseo sexual. No se trata de quitarle gravedad al tema, sino de usar los términos adecuados si vamos a opinar de una cuestión tan delicada como lo es el daño a un menor y las líneas entre el consentimiento y el no consentimiento.

¿Qué es lo que se promueve desde los contenidos audiovisuales, gráficos y radiales? ¿Qué enfoque se da a la violencia sexual infantil y adolescente desde el periodismo? ¿Están capacitades les periodistas para hablar de un tema tan tabú y tan grave?

Lo que hemos visto no es una sorpresa: se habla sin pruebas, se ejerce la cancelación y el escrache social, se apunta a un tratamiento sensacionalista del caso y la vieja asociación entre orientación sexual y pederastia.

Los testimonios de ocho activistas y periodistas del colectivo LGTBIQ+ pueden acercanos a un debate con una mirada más amplia, más sincera y menos hipócrita. Las voces son las de Liliana Viola, Esteban Paulón, Marta Dillon, Adriana Carrasco, Lucas Fauno, Diego Trerotola, Alejandro Modarelli y Flavio Rapisardi.

 

Abuso sexual infantil: ¿cómo continúa el caso Arcoiris?

Liliana Viola expresó: "Creo que las víctimas del abuso sexual históricamente no le han importado a nadie, porque está en la base de, nada menos, que de la constitución familiar. Esto es: el abuso empieza con el abuso del jefe del hogar, en el tabú del deseo de adultos y niñas. Esto es en los clubes, de parte de padres, madres, profesoras, profesores, curas, todos ellos siguen abusando a su gusto", respecto a las víctimas que se escuchan, cuyo relato llegan a los medios y las que no.

"Yo me pregunto, ahora que 'escuchamos a las víctimas', ¿qué idea de víctima estamos construyendo? ¿Y en qué clase de juez se convierte la sociedad que lapida, pide cárcel y vuelve a pedir silencio?", reflexiona profundamente la periodista y editora.

"Coincido en un límite de edad para proteger a las infancias y adolescencias, ¿pero de verdad podemos asegurar que chicos de 16 años son entes pasivos sin voluntad, deseo y decisión siempre?
¿Es lo mismo la violación sistemática de la iglesia que un vínculo de un hombre mayor con un pibe de 16?", cuestiona.

Eso nos lleva a preguntarnos lo que la cultura de la cancelación establece: ¿es lo mismo todo? ¿Es igual de grave todo? ¿Todo merece la misma pena, la misma exclusión social, el mismo tratamiento? Se les pregunta a las víctimas qué es lo que quieren?

"Si de verdad nos vamos a regir por lo que dice la Ley, que además coincide con el sentido común y con lo que termina repitiendo todo el mundo, una relación de alguien con alguien de 14 o de 16 con alguien de 32 está prohibida, es ilegal y abusiva. Bueno, entonces no hay nada más que hablar, salvo pedir que se aplique la ESI en todas las escuelas del país para evitar futuras potenciales víctimas y victimarios", concluyó Viola.

Esteban Paulón, por su parte, manifestó que "la ESI es la herramienta más fuerte que tenemos para frenar el abuso sexual infantil". También dijo: "Está muy instalado en la sociedad la asociación entre homosexualidad y pedofilia, cuando lo cierto es que la mayor cantidad de casos se da de parte de personas heterosexuales o dentro de la familia", un dato que parece olvidarse de ser mencionado cuando el caso se da entre una persona gay y un menor.

Diego Trerotola también coincidió con Viola y Paulón: "Los casos que importan son lo que se prestan a la espectacularización —aquellos que involucran a personas famosas— (...) Hay una lógica de no respetar la denuncia, ni la intimidad, sino imponerle un espectáculo a ese testimonio. Es el medio abusando de víctimas y victimarios".

"Hay poco trabajo de investigación periodístico en relación a la lógica del abuso y pocos ganas de conocer otros casos por fuera de lo mediático", señaló.

Adriana Carrasco también compartió su visión: "Vivimos en una época de la judialización del pensamiento. Está todo el mundo con la tabla de edades del Código Penal. Más allá de lo que dice el Código, no quieren ver la importancia de la responsabilidad afectiva entre un adulto y un adolescente (...) El público de la tarde es consumidor de chimento y Rial lo sabe, sabe que el mataputismo va a medir. Por eso la pregunta a Jay Mammon —acerca de si piensa que la gente cree que los gays son todos degenerados—".

Alejandro Modarelli optó por enfocarse en lo que llamó el "pánico homosexual": "Se hace de determinado caso particular algo general, por eso el periodista recalca una y otra vez que 'no se trata de homofobia' (...). Cuando el abusador o abusadora es heterosexual, se pasa por alto su orientación sexual. Creo que hay toda una idea de que hay cuidar a los varones de todo contacto con las personas gays, como si la orientación sexual se contagiase (...). Hay una saña específica con las personas LGTBI".

"El tratamiento periodístico del caso a Jay Mammon es el procedimiento de una cancelación, que implica tomar definitivamente por cierto un todo. Un todo que convierte a la persona en un sujeto no solamente descartable, sino peligroso. Por eso se lo cancela, se lo aísla, y ya no hay forma de que lo que diga no vaya a ser tomado en su contra. Lo que veo es un regodeo y un morbo y la imposibilidad de que una persona pueda poner una palabra en disidencia, porque te ponen del lado "del mal", del violador", expresó.

"Estamos midiendo cuántos años tienen que haber entre una persona y otra para sostener un vínculo, estableciendo modos de vivir que es una escenografía, donde van a estar a salvo quienes hablen desde una autoridad moral cuando no se cuestionan otros temas muy presentes y no abordados. La homosexualidad vuelve a ser el monstruo. Ahora todos los putos son potencialmente abusadores", remarcó.

Podés escuchar todos los testimonios acá.

 

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