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Géneros y manicomio: el activismo en el Moyano para atravesar los muros

Una corriente de profesionales de la salud dentro del Hospital Moyano, gestada por mujeres y disidencias, busca visibilizar a las usuarias desde una perspectiva de derechos humanos, y busca derribar el la condena social e incluso el maltrato profesional para con ellas, mientras al mismo tiempo combaten dentro de la institución con estructuras antiguas, hegemónicas y patriarcales. La psiquiatra Florencia López relató esta lucha a Infonews.

Un cambio de paradigma, una necesidad urgente, la emergencia humana relegada que viene golpeando con furia las puertas cerradas de una institución inmersa en una sociedad donde la salud mental siempre cargó con un estigma. Hace algunos años, desde el centro mismo del Hospital Moyano, un grupo de mujeres cis y disidencias profesionales de la salud se propusieron desarmar preconceptos y luchar, no sólo contra las estructuras hegemónicas y añejas del hospital que atacan implícita y explícitamente a mujeres y diversidades, sino en favor de los derechos de las usuarias para apostar a la salud mental con una perspectiva más amplia en derechos, una perspectiva extramuros.

Florencia López, médica psiquiatra, trabaja en el Moyano hace 18 años, y actualmente es jefa del Servicio Bosch 2 con un equipo a cargo de 20 usuarias en internación. Según relató a Infonews, tuvo un recorrido en el hospital “diferente”, al tiempo que el hecho de ser mujer dificultó su llegada a la jefatura pero recuerda: “Siempre tuve una posición transgresora dentro de la institución, forjando mi espacio y lugar dentro del hospital, lo cual no es fácil porque la hegemonía médica y patriarcal hace que sea complicado”.

En 2020, durante la pandemia, surgió en Florencia y algunas compañeras la necesidad de armar algo entre las mujeres, “justamente porque esta hegemonía médica y patriarcal de la bata blanca hizo que las mujeres que tenemos un lugar de igualdad en la conducción se vea siempre maltratada”, repasa y recuerda que en ese período de cuarentena estricta hubo médicos hombres que no iban a trabajar por diversos motivos mientras que algunas mujeres no iban a trabajar por el cuidado de los hijos: “Esto era una descalificación a la hora de quién se comprometía más con el trabajo, entonces con unas compañeras decidimos armar un grupo de mujeres autoconvocadas, y nos denominamos ‘Mujeres y Disidencias en lucha del Hospital Moyano’, y fuimos convocando diferentes áreas, disciplinas del hospital”. 

El ruido de la organización

Entonces comenzó la organización y la ampliación de ideas. Comenzaron a juntarse entre todas las mujeres trabajadoras del hospital de todas las áreas (salud, administración, limpieza, etc). “Empezamos a hacer asambleas y ruido en el hospital, lo cual generó mucho malestar en ellos, y así empezamos a frenar un poco y a decir ‘basta, no queremos’”, cuenta Florencia.

Según relata Florencia, en aquel contexto se armó un comité de violencia, del cual ella forma parte y quienes lo integran son en su mayoría mujeres. “Vamos haciendo ruido en el hospital en relación a prácticas que no son correctas entre compañeros, con usuarias y con familiares de usuarias. Y junto con este comité el 8 de marzo, inauguramos el banco rojo como ícono de lucha contra la violencia de género y se nos sumó la radio que tiene el hospital, con lo cual vamos ampliando redes dentro de nuestro propio hospital y trabajamos para visibilizar derechos y vulnerabilidades de las usuarias”.

En tanto, la médica contó que “Desate es un proyecto de rehabilitación, de sociabilización que está muy bueno y lleva más de 10 años funcionando así que armamos un buen equipo entre la radio y yo. Es decir, no surgió como un proyecto institucional sino más bien como un microespacio”.

Destrabar la reinserción de las usuarias

Sin tapujos, Florencia dispara: “Mi postura sanitaria es ser una ferviente defensora de los derechos de las usuarias, de la igualdad de derecho de la salida de las usuarias fuera del hospital. Esto tiene que ver con una postura ideológica mía y en el contexto de un cambio de paradigma importante que hay en la salud mental y que muchos de mis colegas médicos y médicas lo ven de una manera amenazante. Yo creo que justamente de esto se trata, de desterrar esta cuestión de que la internación y los monovalentes son la única salvación: creo que hay otra salvación, que es pensar a la usuaria con padecimiento mental dentro de la sociedad y poder acercarnos, abrir las puertas y entrar a la sociedad de alguna manera, porque si seguimos escondiéndonos y pensando que la salud mental es peligrosa, no es la realidad. La realidad es que son mujeres que sufren, mujeres vulneradas y que necesitan del apoyo de la sociedad para poder reinsertarse, reincorporarse”.

Pero ¿cómo podría ser efectivo el proceso de reincorporación social frente al escaso presupuesto destinado a la salud mental, frente a los estigmas sociales e incluso frente al cercenamiento impuesto dentro de las propias instituciones de salud? Si aún persiste la condena social ¿qué tan allanado está el camino de la inclusión ante la ausencia estatal y la falta de empatía de los medios de comunicación que asocian padecimientos mentales con violencia?

“Claramente es caso por caso pero el mensaje que envían los anti-ley (de salud mental) es que las internaciones son solo voluntarias, entonces este mensaje pone en alerta a la sociedad, fogoneando que un usuario que esté cursando un cuadro de descompensación con riesgo cierto e inminente es peligroso para la sociedad, pero esto no es real. La ley y el código civil contemplan la opción de internación involuntaria. Si existe este riesgo cierto e inminente, es verdad que movilizar las estructuras para llevar a cabo una internación son más dificultosas pero son posibles, y hay que informarle al juez sobre esta internación”, explica la psiquiatra y resalta que “también es importante remarcar que se ha sacado de la ley el concepto de peligrosidad para sacar el estigma”.

Allí, Florencia aprovecha para destacar que “en relación a la Ley Salud Mental 26.657, hay una gran grieta entre los profesionales de la salud”. De alguna manera, un sector de la psiquiatría resguarda en sus prácticas cotidianas ciertos formatos restrictivos que a veces, incluso, puede vulnerar los derechos de usuarixs. En ese sentido, la creación de órganos de control sobre las practicas médicas “ponen en jaque al sistema hegemónico, pero este cambio de paradigma se viene gestando a nivel mundial, desde los 90 con la declaración de Caracas y demás documentos internacionales con carácter constitucional a los cuales la Argentina adhiere, por ese motivo en el 2010 se dicta la Ley 26.657”:

Vuelve entonces al centro mismo, intenta quitar el estigma y los prejuicios que implican una postura diferente, sobre todo, siendo mujer y ni hablar, siendo disidente. La lucha es imparable: “Yo no creo que la solución sea cerrar los hospitales monovalentes, como dice la ley pero sí reversionar y refuncionalizar los actuales que están en funcionamiento, porque a los que estamos de acuerdo con esta ley y garantizar derechos se nos acusa de zurdos que queremos cerrar hospitales, lejos de esto está mi postura ideológica”.

Y además, el persistente dominio machista y antiguo sumado a la falta de presupuesto dificulta una mejoría integral de las usuarias: “La estructura machista patriarcal y hegemónica las sigue llamando pacientes. En relación a las políticas de salud y presupuestos destinados son muy escasos y esto hace que la salud mental esté siempre invisibilizada, destratada y sea un tabú para la sociedad. Al no contar con recursos se hace muy difícil la inserción en la sociedad y la resociabilizacion y rehabilitación”.

Más allá de los muros

“Mi idea como trabajadora del hospital y como militante de la salud mental y de los derechos es seguir haciendo encuentros (como el que se hizo el martes con la visita del artista español Muerdo al hospital) y salir al mundo desde otro lado, salir de los muros del Moyano hacia otra visibilización de las usuarias y del compromiso que todos tenemos ahí para que suceda”.



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