Jamie Lee Curtis contra el transodio
La mítica actriz, lejos de ser conservadora, tiene una hija trans y hace unos días dijo públicamente estar asustada por el avance del odio contra las personas trans en la sociedad.
Jamie Lee Curtis es una actriz reconocida de origen estadounidense, quien encarnó importantes papeles en el cine como "Un viernes de locos" con Lindsay Lohan, "Mentiras verdaderas" con Arnold Schwarzenegger y "Halloween", que, a raíz de su fama, se extendió por muchas entregas más. A sus 63 años, continúa su inmensa trayectoria profesional y utiliza su llegada como estrella de cine para sumar visibilidad a algunos activismos como el feminista, el climático y uno que tuvo una gran difusión recientemente: el activismo trans.
La actriz tiene una hija trans de 26 años, Ruby Guest, quien lleva el apellido de su padre, el actor y director Christopher Guest. Ruby, casada actualmente con Kynthia, se dedica a editar videos para una personalidad gamer en YouTube, pero también ha tenido sus cameos en la pantalla, producto de crecer en una familia de actores y actrices. Ella ha sido adoptada por el matrimonio en 1996, y tiene una hermana llamada Annie, quien también fue adoptada, pero diez años antes.
En el marco de la presentación de “Halloween: El final”, la actriz habló de su disgusto con el creciente odio en la sociedad, y confesó que está asustada por las iracundas amenazas que recibe su hija.
La entrevista fue publicada apenas unos días atrás en el canal de YouTube de El Cine en la SER, en el que contó:
“Tengo una hija trans. Hay amenazas contra su vida, solo por existir como ser humano”. Y agregó: “Hay gente que quiere aniquilarla a ella y a otras personas como ella. El nivel de odio es como si no hubiéramos aprendido del fascismo y cuál es el resultado de eso: el exterminio de seres humanos. Es aterrador”.
Se sabe públicamente hace dos años que Ruby es trans, a raíz de una entrevista con la revista People en 2020, en la que ambas hablaron abiertamente sobre la transición de la joven.
"Fue aterrador el hecho de contarles algo acerca de mí que ellos no sabían. Fue intimidante, aunque no estaba preocupada: ellos me aceptaron durante toda mi vida", relató Ruby, que por entonces tenía 25 años.
Jamie Lee, su madre, recuerda el momento con lágrimas en los ojos.
"Es como hablar un nuevo lenguaje, es aprender nueva terminología y palabras. Soy nueva en esto; no pretendo lucir como alguien que sabe mucho al respecto. Y algunas veces no lo haré bien, voy a cometer errores, pero me gustaría evitar los peores".
Ruby por su parte, dijo en la entrevista: "Cuando tenía 16, un amigue que es trans me preguntó cuál era mi género. Y yo le dije, 'Bueno, soy un varón'. Pero después me quedé pensando. Yo sabía quién era, tal vez no conscientemente, pero sabía en el fondo que era diferente. Pero había tenido experiencias negativas en terapias, así que no salí del clóset como trans inmediatamente, cuando probablemente podría haberlo hecho. Luego, siete años más tarde, le conté a la persona que es ahora mi prometida, que seguramente sea trans. Y elle dijo: 'Te amo por quien eres'".
Jamie Lee sabía que Ruby se identificaba como bi hacía tiempo, y también que siempre elegía personajes femeninos en los videojuegos, pero la novedad la tomó por sorpresa. Un tiempo despúes, haciendo memoria, se dio cuenta de que algo sospechaba, porque "una madre siempre sabe". Afirmó que hacer pública la identidad de su hija fue para alentar a otros jóvenes de que no sientan vergüenza de quiénes son.
Una mirada al contexto anglosajón
Principalmente en Europa y Estados Unidos se viene desarrollando un movimiento antiderechos que abraza la "naturaleza biológica" que plantea, entre muchas otras cosas, que la identidad trans no existe y que las mujeres trans (en sus palabras; "hombres que quieren ser mujeres") son personas perversas que solo buscan hacer daño a las mujeres "biológicas", y por tanto, reales.
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Esta mirada narcisista y conservadora suele presentarse en el movimiento TERF (feministas transexcluyentes) y en movimientos del ala derechista y religiosa. Por ejemplo, en Estados Unidos, se presentaron hace meses algunas iniciativas por parte de los republicanos. Entre ellos hay un proyecto de ley que bloquearía los fondos federales para las universidades donde las mujeres transgénero pueden participar en deportes con mujeres cisgénero; otra permitiría a las personas transgénero demandar al personal médico que les ayudó en la transición como menores; y otro proyecto bloquearía la financiación de las escuelas que desobedecen las leyes estatales con respecto a los “materiales dañinos para los menores”, imitando las leyes estatales que se han utilizado para eliminar libros que discuten la historia sobre temas raciales y LGBT+.
Investigación de movimientos antigénero
Así de crítica es la situación del colectivo trans en el país en el que vive la hija de Jamie Lee Curtis y muchas otras personas trans que no tienen las mismas posibilidades y herramientas que ella para vivir libremente su identidad.
Otro ejemplo es el Reino Unido, donde ya han anunciado que las personas con genitales masculinos no podrán ingresar en las cárceles de mujeres. Esto significa que, claramente, importa que las mujeres cis se puedan sentir incómodas debido a sus propios prejuicios, alimentados por estos movimientos; pero no importa exponer a las mujeres trans a espacios de hombres donde, con toda seguridad, serán abusadas sexualmente y presas de discriminación y vejaciones. ¿Este es el mundo que queremos construir? Las minorías aún más vulneradas, y las mayorías siempre ganando una batalla que no tiene razón de ser.
Estos movimientos antiderechos denuncian que las políticas que favorecen al colectivo LGBTIQ+, y especialmente al trans, provocan un paulatino borramiento de las mujeres.
En el más extremo de los escenarios: ¿y qué si las personas trans llegamos a ser mayoría en algún momento? ¿Qué tiene eso de malo? Ya está comprobado (increíble que haya que aclarar esto) que no tenemos ningún trastorno mental y que, de hecho, la sociedad toda se vería beneficiada de incluir la mirada trans en ámbitos que históricamente nos han sido negados, como la política, la educación, la salud y las familias. Más diversidad siempre es mejor. Aplaca las presiones sociales a las que todo el mundo está constantemente expuesto, expande las barreras de lo social construyendo futuros distintos y posibles y nos hace mejores.
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