La estelaridad que ganó en las últimas semanas la militante de los genocidas de la última dictadura y candidata a vicepresidenta por la LLA, Victoria Villarruel, tiene coletazos impensados. Uno de ellos es que reapareció un nombre que forma parte de las catacumbas de lo más oscuro de la historia argentina. Pero que, según pasan los años, sigue en agenda.
Se trata de Luis Abelardo Patti, exsubcomisario de la Policía Bonaerense y activo oficial en tiempos de la dictadura cívico-militar. Según su currículum / prontuario (que entre otros datos cuenta con una felicitación de Ramón Camps), se ubica el hecho de que entre 1974 y 1977, dentro de la comisaría de Escobar, PBA, Patti estuvo a cargo del área de inteligencia, área bajo la que recorría fábricas de la zona y apuntando nombres de delegados que más tarde eran secuestrados por grupos de tareas.
Lesa humanidad
Hace exactamente un mes (el 11 de agosto), el represor Luis Patti comenzó´a ser juzgado por el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 de San Martín por el homicidio del exdiputado Diego Muñiz Barreto y el intento de asesinato del secretario del legislador, Juan José Fernández, dos hechos ocurridos durante la última dictadura.
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A Patti se le imputa el “haber formado parte del engranaje del plan sistemático del Terrorismo de Estado por haber cumplido funciones desde el 4 de enero de 1972 hasta el 7 de marzo de 1977 en la Comisaria de Escobar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires".
Patti y Vicky
Hoy, en medio del proceso, la noticia de que Patti es uno de los financistas de la campaña de Javier Milei y Victoria Villarruel podría no sorprender por los vínculos ideológicos obvios entre el expolicía y la negacionista del terrorismo de Estado.
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Según reveló la revista Noticias, Villarruel aceptó dinero de Patti para la campaña "libertaria" de 2021. Parece que la candidata de Milei en ese entonces lo fue a visitar y se llevó apoyo económico.
La publicación de Editorial Perfil también señala que otro que aportó a Villarruel fue el exministro de Justicia de Carlos Menem, Raúl Granillo Ocampo, autor de los nefastos indultos del gobierno del riojano.
Patti, que alguna vez hizo alarde de sus torturas en la comisaría de Escobar y reveló a íntimos y no tanto sus aventuras como espía en sindicatos durante la dictadura, supo, a comienzos de la democracia restaurada en 1983, despuntar el vicio del poder no tan en las sombras.
A comienzos de los 90s, Patti era un dirigente político exitoso a caballo de la mano dura y el gatillo fácil que encarnó para un sector de la población que lo llevó a convertirse en intendente. En ese momento entró en juego Florencio Randazzo, joven ascendente de Chivilcoy que terminó como concejal cobijado en las listas de Patti.
Luego los caminos de Florencio y Luis Abelardo se abrieron a otros lares. El primero como joven dirigente devenido luego en importante funcionario durante el kirchnerismo. El otro entró en un trayecto zigzagueante que lo por un lado a salir segundo como candidato a gobernador en las extrañas elecciones de 2003, para luego intentar ser candidato a diputado desde una oscura celda por los procesos de Memoria, Verdad y Justicia en su contra.
Hoy, Patti está a la sombra y salpicado de la sangre de los y las desaparecidas de la dictadura y sus sótanos posteriores. Randazzo, lejos del picanero, juega a la candidatura a vicepresidente en la lista del ex PJ Juan Schiaretti.
