Elisabetta Piqué es una de las periodistas más reconocidas de la Argentina. Cronista de guerra, reportera internacional, acreditada en el Vaticano, biógrafa del papa Francisco, entre otros ítems. Sin embargo, este miércoles debió sufrir lo que de un tiempo a esta parte se conoce como "mainsplaining".
¿Qué es el mainsplaining? Una expresión que resume a las palabras inglesas "man" y "explaining", que en castellano significan "hombre explicando". ¿Cuándo se produce el mainsplaining? Cuando un hombre le "explica" a una mujer algo que la mujer no necesita que se le explique, situación en la que suelen aparecer machismos varios como la subestimación y/o la condesendencia paternalista.
El ejemplo a mano ocurrió este miércoles en la inefable señal macrista LN+. Desde los estudios del canal contactaron a la periodista Elisabetta Piqué, corresponsal en Ucrania, para que relate la situación en medio del sonar de las alarmas.
Cuando la cronista terminó su descripción de la situación, un periodista del canal, Diego Laje, desde el estudio en Buenos Aires, comenzó a recomendarle acciones a la cronista de guerra que se encuentra en Kiev.
"Lo que tenés que hacer es alejarte de las ventanas así que entrá al menos al lobby del hotel", señaló el hombre desde el piso, que recibió un "sí, sí, por supuesto" desde Kiev.
Pero la cosa no quedó ahí. No conforme con su primer señalamiento, el periodista (que también supo cubrir conflictos armados en algunas partes del mundo), siguió con su ejemplo práctico de mainsplaining: "Entrá al lobby del hotel, alejate de las ventanas y preguntá si tenés un estacionamiento subterráneo para entrar inmediatamente: eso es lo más conveniente que podés hacer en este momento. Después, mientras tanto...".
Las palabras de Diego Laje fueron interrumpidas por Piqué, quien cortó con un "bueno, los saludo, gracias, hasta luego". Pero lo que vino después abrió una herida en LN+: "¡Este pelotudo!", expresión que provocó un rapto nervioso del conductor del segmento, Fernando Carnota, quien apenas atinó a gritar un "¡tranquila Elisabetta!", que sonó tan mal como las lecciones de su compañero de piso.